El modelo de peajes que establezca el Gobierno central condicionará la transición energética en Cataluña

La Unión Europea marca un objetivo de reducción de emisiones de gases del 32% para 2030 y una penetración de energías renovables del 74% en el mix eléctrico en el Estado.
  • La patronal catalana reclama un modelo energético para Cataluña basado en dos propuestas concretas de energía neta y de proximidad: la generación de electricidad de manera distribuida hasta 50MW y el autoconsumo para conseguir descarbonizar las empresas, reducir las ineficiencias del sistema eléctrico, contribuir a la cuota verde y alcanzar un precio competitivo. 
  • La Cecot teme que para conseguir los objetivos en el tiempo marcado, el Gobierno pueda plantear un nuevo modelo de concentración en pocos operadores y basado en grandes plantas de generación y alerta que este modelo tendrá importantes consecuencias económicas para la competitividad de las empresas catalanes y un incremento de la ineficiencia energética.

Los próximos dos años son fundamentales para afrontar una transposición favorable a las especificidades de Cataluña de las nuevas Directivas Europeas y Reglamentos aprobados con el Clean Energy Package for all Europeans. Cataluña tiene una oportunidad para alcanzar los objetivos de transición energética marcados por la Unión Europea para el 2030 y descarbonizar el sector empresarial.

Esta oportunidad pasa por consolidar un modelo energético que fomente la generación de electricidad con recursos distribuidos en cualquier ciudad o población y facilitar el autoconsumo con una visión de proximidad en el territorio. Más allà de descarbonizar la actividad empresarial, el modelo reduciría las ineficiencias del sistema eléctrico actual, reduciendo la pérdida de electricidad durante el transporte y distribución, contribuyendo a la cuota verde, alcanzando un precio competitivo y facilitando la participación de los consumidores en el negocio energético.

La Cecot ha remitido un escrito y un Informe (Retos de la Transición Energética en Cataluña) a los presidentes del Gobierno en funciones, de la Generalitat de Catalunya, de la CNMC, así como a los representantes del Ministerio para la Transición Ecológica y Departament d’Empresa, Indústria i Energia entre otras entidades.  En el escrito, más allá de una serie de propuestas concretas sobre los retos y las oportunidades que la transición energética puede aportar, en este caso a Cataluña, el presidente de la entidad, Antoni Abad, ha reclamado un pacto de Estado que dé garantías al modelo eléctrico tanto en lo referente a los peajes como en las condiciones de la autogeneración y que lo dote de estabilidad en el tiempo para evitar situaciones de inestabilidad ya vividas. Unas situaciones que frenaron inversiones y que penalizaron toda una industria emergente alrededor de las energías renovables y que, últimamente, está experimentando un cambio de tendencia motivado por el impulso del autoconsumo de los últimos decretos del Gobierno.

Sin embargo, estos brotes son solo la mínima expresión en respuesta al reto del choque climático que tenemos planteado. Y Cataluña, pese a haber sido pionera en Europa en elaborar una Ley de Cambio Climático y declarada inconstitucional, tampoco ha hecho los deberes en cuanto a la correlación entre crecimiento económico y reducción de emisiones. Las energías renovables no se han desplegado de acuerdo con los objetivos 2020 debido a unas barreras administrativas muy altas por parte de la Generalitat y por la reacción negativa des de algunos sectores sociales ante un modelo de implementación de parques eólicos y solares sin retorno claro de riqueza para el territorio. Incluso los proyectos de pequeña y mediana escala sufren en multitud de municipios criterios restrictivos y discrecionales para tirar adelante el autoconsumo en viviendas y empresas, como son las tasas y los permisos requeridos.

Por todo esto, desde la Cecot se considera que la transición energética abre grandes oportunidades para que Catalunya lidere el cambio de modelo que demanda tanto el objetivo de descarbonización como la reciente situación de emergencia climática. La Generalitat ya ha hecho un primer paso aprobando el Solarcat para acelerar la transición energética y conseguir unos mejores niveles de eficiencia. Pero no podemos obviar que Cataluña está muy por debajo de la media del Estado (18%) en renovables sobre energía final, un 8% y para alcanzar el objetivo europeo del 32% necesita un marco que lo acompañe. “En Cataluña tenemos las condiciones y el potencial industrial i empresarial para hacerlo posible”, afirma Abad, “pero necesitamos un modelo de generación distribuida y de autoconsumo, similar al que impulsa la Unión Europea y que prima el requilibrio territorial aplicando componentes correctores para priorizar el consumo de cuota verde por proximidad, energía KM0. Es decir, que la distancia desde donde se genera la electricidad y donde se consume esta electricidad sea el máximo de cercana para evitar ineficiencias y sobre costes”.

Este marco que supondría alcanzar los objetivos de la UE para el 2030 en Cataluña tiene un riesgo o una amenaza que puede darse por la decisión del Gobierno de establecer un modelo de centralización para llegar a la cuota marcada por la UE a nivel estatal.  Este modelo que, desde la Cecot se considera un riesgo para las pymes catalanas, se basaría en concentrar la generación de electricidad a manos de pocos operadores con grandes instalaciones y plantas fotovoltaicas ubicadas en puntos geográficos alejados de Cataluña como Andalucía o Extremadura o Galicia. Este modelo que ayudaría al Estado a alcanzar los objetivos de emisiones comportaría un sobrecoste de transporte y distribución en los peajes para las empresas catalanas y un incremento de ineficiencia por la pérdida de energía que siempre se da en el transporte (se da aproximadamente entre un 10 y un 15% de pérdidas actualmente).

Por todo ello, la Cecot propone al Gobierno y a la Generalitat apostar por un modelo que equilibre generación y autoconsumo, que optimice las redes por criterios de potencia horaria y aproveche la flexibilidad que ofrecen los recursos distribuidos para evitar sobredimensionamiento sin afectar la seguridad y calidad del consumo. “Esto es factible con la implementación de sistemas inteligentes en los puntos de generación, por ejemplo, en un polígono industrial que se pueda autoabastecer teniendo en cuenta los consumos y picos de potencia de las distintas empresas que están ubicadas”.